Si gestionarte a ti ya es complejo, cuando tienes que convivir y relacionarte con otras personas y con “su mochila” (historia de aprendizaje, creencias, familia, circunstancias…..) a veces resulta realmente complicado.
Los procesos de pareja son la oportunidad para salir del bloqueo, aunque la dirección finalmente sea tomar caminos separados. Ello se puede hacer construyendo, con respeto y facilitando la situación a los hijos, si los hay.
Salir con serenidad de una relación, aprendiendo y con agradecimiento, cambia enormemente la experiencia. Así, en lugar de traumática, como lo es a veces, con heridos por el camino, se puede convertir en algo que os permita crecer con un coste menor, siendo un ejemplo de madurez para los hijos.
El proceso es similar al de un proceso individual (recogida de información, devolución del análisis funcional, plan de intervención, cierre y seguimiento).
En función de las características del caso hay espacios individuales y conjuntos, donde se analiza la propia dinámica de pareja y los aspectos individuales que pueden estar influyendo, tras lo cual se plantea un plan de trabajo (conjunto y/o individual).
Las sesiones conjuntas se hacen siempre cuando la pareja está preparada, siguiendo las reglas que nos permiten construir y no destruir.